jueves, 10 de enero de 2008

¿Y si...?

Como estos días parece que las discusiones políticas van sobre economía, aquí os dejo un artículo de Manuel Pimentel (Licenciado en Derecho, Diplomado en Alta Dirección de Empresas y Ex-Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales entre 1999 y 2000, en la primera legislatura del PP) en el que habla sobre la supuesta crisis económica que está por llegar en el diario "Cinco Días".


¿Y si...?

Todo parece que apunta al pesimismo, una vez que enterramos el viejo año 2007 y hemos visto nacer al infante 2008. La inflación, por las nubes; la Bolsa, por los suelos. Los datos del paro, mal. Por mucho que sea cierto lo de la creación de empleo, el aumento de los desempleados deja un pésimo sabor de boca a los muchos que tienen que hacer frente a la subida de sus hipotecas y al incremento de casi todos los productos básicos.

Los medios de comunicación no cesan de bombardearnos con malas noticias. El petróleo a 100 dólares, la amenaza de nuevas subidas de tipos de interés, las dificultades de acceso al crédito, las consecuencias todavía desconocidas del misterioso asunto de la crisis de las subprime americanas, la dificultad de grandes promotoras para atender sus pagos, el incremento de la morosidad… No continúo con la relación de marrones por no alimentar más la sensación de pesimismo con la que comenzaba estas líneas.

El ciclo económico parece cambiar justo al inicio de la precampaña electoral. El Gobierno ha titubeado y ha tenido que recular en algunas de sus previsiones, mientras que el PP ha encontrado un verdadero balón de oxígeno con el que tomar energía para acosar al Ejecutivo.

¡Es la economía, estúpido!, puso sobre la pared el candidato norteamericano. ¡Es la economía, estúpidos!, parecen advertir los diarios a nuestros preclaros candidatos. ETA, el 11-M, el aborto, los obispos y otras broncas monumentales quedarán borradas por el vendaval del dinero o, mejor dicho, de la ausencia de él. Sin harina, todo es mohína, afirmaba el saber popular. Y tenía razón. No hay urgencia mayor que la del bolsillo vacío. El PP se sabe fuerte en esta materia. Sus Gobiernos hicieron una buena gestión económica y goza, por tanto, de suficiente crédito en la materia. El Gobierno no esperaba que los acontecimientos se precipitaran a tal velocidad y llevan semanas jugando al despiste. Aún no han encontrado un discurso adecuado para protegerse de las críticas que con total seguridad se le aproximan.

Pero como la economía es algo demasiado serio para confiarla en exclusiva a los políticos, dejaremos volar nuestra imaginación. A lo mejor, las cosas no son tan negras como nos las pintan.

¿Y si la inflación se controlara a lo largo de 2008? De hecho es bastante probable, ya que resulta muy difícil pensar que el petróleo y los alimentos seguirán subiendo al mismo ritmo que lo hicieron durante el pasado ejercicio. ¿Y si los tipos de interés no subieran durante 2008? ¿O si, mejor todavía, incluso bajaran? Es una posibilidad firme, según la mayoría de los analistas. Eso significaría un alivio para las rentas familiares y para la cuenta de resultados de las empresas.

¿Y si un fuerte incremento en la obra pública y en la edificación de viviendas sociales paliara la tan cacareada crisis de la construcción? El Gobierno disfruta de un superávit desconocido hasta la fecha, que le da margen para acelerar la construcción de infraestructuras en transportes, telecomunicaciones, agua y medio ambiente. Si invierte con intensidad, generará una importante actividad económica interna que ayudará a mantener empleo y a generar consumo y confianza interna.

¿Y si esta primavera llueve y se mantienen altos los precios agrarios? Pues tendríamos animado al sector primario, que llevaba muchos años pasándolo mal y que ahora comienza a despertar al intuir que se acerca el ciclo de las vacas gordas.

¿Y si Alemania sigue creciendo con fuerza, Europa despertando y en Francia se consolida con optimismo el efecto Sarkozy? ¿Y si Asia y África continúan con su incremento económico? La bonanza de gran parte de las economías mundiales está disparando el comercio internacional e impulsando las exportaciones. España podría beneficiarse -si la fortaleza del padre euro lo permite- de sus exportaciones para compensar su maltrecha balanza de pagos. Además, nuestro turismo seguiría atrayendo a docenas de millones de turistas que impulsarían a la principal industria nacional. ¿Y si nuestras empresas han mejorado su gestión, su internacionalización y su eficiencia y continúan con su expansión internacional? ¿Y si…?

Estamos en desaceleración, pero no en caída libre. Tenemos cimientos y recursos para luchar contra la crisis. No comparto esa sensación extendida de catástrofe. La sangre no llegará al río. Creceremos por encima del 2,5% y terminaremos con un ejercicio económico mediocre, pero digno, nos gobierne quien nos gobierne.

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