jueves, 9 de septiembre de 2010

Nada

No hay nada.
No hay nada ni nadie que pueda cubrir
tu hueco en mi abrazo, tu ausencia en mis brazos.
La ciudad se vuelve grande y a su vez tan pequeña,
que me atrapa en la celda de mi oscuro cuarto
falto de la luz de tu pelo, del calor de tus manos.
Ni siquiera el peor de los vinos ni el mejor de los polvos
consiguen que pueda olvidarte, que pueda borrar tus recuerdos.
Esos bonitos recuerdos, esos mejores momentos,
que como siempre pasa, son los que se han de olvidar…